Tengo muy vivos los recuerdos de aquella noche del 18 de noviembre de 1998.Pocas veces mi corazón se ha asemejado tanto a un subwoofer. La tensión era insoportable.No solo iba a poder ver las primeras imágenes del Episodio I de Star Wars, ya de por sí motivo más que suficiente para fibrilar, sino que había que añadir el suspense que suponía los interminables minutos que tardaba mi módem de RedesTB (hoy día Orange),los pañales de internet en España, en descargar el archivo completo. Si se cortaba la conexión o ésta se interrumpía por cualquier motivo, vuelta a empezar. Y hubo que volver a empezar.Varias veces.
Creo que me dieron las cuatro de la mañana cuando mi versión de Quicktime 3.0 reprodujo en un tamaño de imagen ridículo y resolución lamentable el impresionante primer trailer de La Amenaza Fantasma. Seis meses antes del estreno.
En EEUU (y en menor medida en otros países) no fueron pocos los que pagaron el precio de la entrada de Bichos (A Bug's Life) y salirse de la sala después de ver el trailer. Tan increíble como absurdo.
Lo grande de todo esto es que vuelvo a sentir el mismo nivel de excitación que por aquel entonces. Y veo que la sensación es similar en millones de personas alrededor de este planeta. Star Wars lo ha vuelto a conseguir, inflando aun más su ya descomunal mitología. El desafío es colosal. Decepcionar en 88 segundos es casi imposible por lo que ahora toca disfrutar y elucubrar. Esto es un Black Friday y el resto son tonterías.
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